martes, 13 de septiembre de 2016
Digamos que Ares y Afrodita...
"Se conocían desde hacía años. Poco habían hablado, pero se conocían como quizá nadie más en el mundo los conocía. Amigos no. Pero algo. Algo que no se sabe porqué ni desde cuándo ni se dice ni se hace nunca más que ese algo. Cada uno por su lado. Él con su gran familia, ella y su gran trabajo. Pero, martes. Y sin quedar, pero tampoco por casualidad, desde hace muchos martes, la fatalidad. Otra cerveza, otro vino y hablar por hablar en el mismo bar de esta gran ciudad. Pero una mano que iba a la chaqueta choca en el espaldar o una sonrisa que no tiene vuelta suelta el nudo del lazo al animal. A veces un hotel o la calle de atrás. Sexo y sudor y amor de alguna forma. Violento amor de algunos minutos y pobres cuerpos ardiendo y en flor. Casi siempre acababan por llorar. Algo así como amor. Ni ella le preguntaba por sus miedos ni él por su dolor. Las palabras no significan nada en la tabla del dos. Tiempo muerto. Tiempo. Los miércoles son siempre de ceniza en los ceniceros de la pasión. Los jueves son otoño en la semana para cualquier canción. Los viernes hoy por hoy son casi sábados, domingos, nexos, yoga y rock&roll. Y lunes de la mañana a la noche. Y víspera en el coche de la resurrección . De saber qué dirá la margarita. De qué ponemos a la señorita. De los mismos bares, de la misma, digamos que Afrodita y el mismo, vamos a decir que Ares".
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