La culpa impertinente.
La culpa que se levanta temprano,
pone la cafetera,
te pellizca la mano,
y ni un rato más
ni que ya vas,
qué va, que no hay manera.
La culpa que es la última que se acuesta,
que siempre hasta las tantas,
que te hace dar mil vueltas,
no te suelta
y tampoco se achanta
porque ya haya pasado,
porque eso está olvidado,
que son cosas de antes,
o porque haya ganado la apuesta,
o porque haya niños delante.
No engaña, desengaña.
Las entrañas.
La culpa que no nace ni se hace.
Raras veces se nombra.
Es una cruz.
La culpa es otra sombra de la luz.
La culpa autorretrato proforma.
Por los pies de la cama los zapatos.
Te quemas, pero es que a la vez te tulles.
Al cabo te das cuenta: otro conato.
La culpa es tu otra horma.
La culpa no se crea ni se destruye.
Y tampoco se trasforma.
lunes, 14 de noviembre de 2016
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